Tras un periodo de descanso, la incorporación a la vida cotidiana y a las obligaciones nos cuesta a todos. Se ha hablado mucho sobre el llamado “estrés post-vacacional” como un fenómeno que esencialmente afecta a nuestras emociones, debido a ese cambio brusco que experimentamos con la vuelta a la rutina. Pero, ¿Cómo lo vive nuestro cerebro?
La realidad es que esta alteración que experimentamos no suele superar
los 7 días pero sí lo hace, nuestro cerebro puede sufrir las consecuencias.
Esto es así, porque la exposición a un estrés prolongado puede ser el
desencadenante o el agravante de enfermedades y dolencias neurológicas.
El cerebro reacciona ante el estrés, porque éste es amenazante para él.
Así, cuando nos enfrentamos a una situación que nos estresa, nuestro cerebro se
pone en alerta. Dicha reacción no tiene nada de preocupante, pues es una
respuesta natural de nuestro organismo para defenderse. Lo es el exceso de
ella, pues, tal y como a nosotros nos ocurre, el estrés también agota al
cerebro.
De la emoción a la razón
Las emociones que van asociadas al estrés post-vacacional aumentan la
tensión muscular. La preocupación, el cansancio o la excitación
son aspectos de carácter emocional que acaban desencadenando en dolores de
cabeza y en los casos más comunes, en migraña. Por otro lado, el exceso de
estrés también puede desencadenar trastornos del sueño. Las afecciones más
comunes son el insomnio y la hipersomnia, que es la somnolencia a cualquier
hora del día y sin una causa aparente.
El estrés puede volverse crónico y es donde, comienzan a emerger las
enfermedades que verdaderamente dañan nuestro cerebro. Los trastornos por
ansiedad, la depresión y otras enfermedades neurológicas como las citadas
anteriormente, pueden desarrollarse por periodos de estrés constantes.

Os deseamos un optimista regreso al día a día y a los que tenéis la
suerte de empezar vuestras vacaciones, un feliz y merecido descanso.
¡Hasta el próximo post!