Un estudio estadounidense realizado con la colaboración de la Organización
Mundial de la Salud (OMS) y la Agencia Estadounidense para el Desarrollo,
ha revelado que el peso o biomasa de la población total adulta en nuestro
planeta tiene efectos ecológicos muy concretos sobre el medioambiente.
Según este estudio, las personas
más gruesas necesitan mucha más comida y energía. En la actualidad, la obesidad registra cifras epidémicas,
con más de 2 millones de personas que
mueren cada año a causa de esta enfermedad. Si tenemos en cuenta que en 2.050
seremos 9 billones de seres humanos en
la Tierra, con una tasa de obesidad superior, los expertos vaticinan que
tendremos que producir más, puesto que la necesidad de recursos es mayor cuanto
mayor peso tiene la persona.
Los investigadores calcularon el índice de masa corporal y el
peso de una muestra extraída de la población total en todo el mundo. Las
conclusiones a las que llegaron fueron que la población adulta a nivel mundial
pesa en su conjunto, 287 millones de
toneladas. De esa cifra total, 15
millones de toneladas corresponden a la gente con sobrepeso. El continente
con una menor incidencia de la obesidad fue Asia (el 13% de la
biomasa con sobrepeso en el mundo
es debido a la obesidad en esta región).
En Estados Unidos, el 36% de la población es obesa. El estudio
concluye que de registrarse una cifra igual o similar en el resto de países, la cantidad
de energía necesaria para soportar
todo ese peso extra
se incrementaría en un 481%.
Más comida, más
dióxido de carbono
Otro estudio, en este caso británico y publicado por el International
Journal of Epidemiology, llegó a la conclusión de que las personas que
más peso tienen, envían a la atmósfera una tonelada más de dióxido de carbono
que las que están delgadas. Esto significa que, por ejemplo, en una población
de 1.000 millones de personas con
sobrepeso, se generan 1.000 millones
de toneladas de este gas por año.
Las
razones que sostiene los dos autores del estudio, Phil Edwards y Ian
Roberts, respectivamente, tienen que ver, por un lado, por la mayor propensión de las personas obesas al
uso del automóvil y por otro lado, a mayor población obesa, mayor consumo de alimentos y por tanto,
mayor producción de los mismos. Este
último punto, explican, es una de las mayores fuentes de gases de efecto
invernadero.
Para
ambos científicos, luchar contra la
obesidad también es clave para revertir la batalla contra el cambio
climático.
Tenemos,
por tanto, un motivo más para cuidar nuestro peso. Ahora, al hacerlo, pensaremos en el
medio ambiente, además de, como siempre te aconsejamos en Clínica Barrachina, de nuestra salud. Para sentirnos, siempre bien,
por dentro y por fuera.
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