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lunes, 23 de julio de 2012

Los 7 cambios en el bienestar psicológico de un desempleado


 

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 La alta tasa de desempleo que nos golpea con dureza (un 24,3 % según los últimos datos estadisticos), no sólo es una mala notícia económica sino también, médica.


Numerosos estudios han revelado que la pérdida de empleo, en primer lugar, y la situación de estar desempleado por un periodo de larga duración, en segundo lugar, tienen efectos nocivos para la salud física y mental de las personas que la padecen.

Hoy vamos a contaros los 7 cambios no beneficiosos, más comunes en estas situaciones tan desagradables. Aunque esperamos que no las experimentéis nunca, pensamos que no está de más conocerlas, ¿no os parece?


1.     Negación de la situación

Esta actitud aparece durante las primeras semanas o primeros meses de desempleo. La persona parada afronta la situación, negándola y lo manifiesta con acciones propias de “estar de vacaciones”. Así, dedica un mayor tiempo al ocio o a todas esas tareas que solía dejar para el tiempo libre como por ejemplo, las reparaciones en el hogar. 

2.     La búsqueda fallida

La búsqueda de trabajo suele ser afrontada con energía pero si ésta no genera respuesta es cuando se producen los cambios negativos en el individuo. En esta fase, el desempleado puede experimentar una transición a estados de congoja, aflicción y angustia, puesto que ve que sus esfuerzos no obtienen la recompensa esperada.

3.     La obsesión

Se experimenta un cierto comportamiento obsesivo de búsqueda intensa de empleo, motivada por problemas económicos o por riesgo a sufrirlos, lo que desemboca en agotamiento y desolación. El comportamiento obsesivo no mejora la búsqueda de empleo ni la hacer más efectiva, porque desequilibra el bienestar físico y psíquico de la persona. 
 
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      4.  La resignación

La falta de respuestas y la prolongación de la situación de inactividad laboral, acaban haciendo mella en la autoestima, generando síntomas de depresión y apatía. Se produce una reducción de la búsqueda de empleo y las relaciones sociales y familiares se resienten.
  
      5.  La pérdida de identidad

El trabajo no sólo es un medio económico para vivir, sino que las relaciones interpersonales que se establecen así como la propia función que se desempeña en una determinada organización, cumplen un importante papel en la definición de nuestra identidad como individuos. A través de él, desarrollamos aptitudes, capacidades y aunque en ocasiones nos quejamos de la rutina que nos proporciona, paradójicamente es esta rutina la que nos da esa sensación de ser parte de algo y cumplir una función dentro de nuestro entorno.

Estar desempleado por un largo periodo de tiempo hace reflexionar a los individuos acerca de quienes son, una situación que genera tensiones y pensamientos que debilitan la propia autoestima.


6. Modificación de los hábitos y los estilos de vida

El desempleado puede llegar a estar muy debilitado psicológicamente. Esta circunstancia puede hacerlo mucho más vulnerable a hábitos nocivos como dietas restrictivas o poco saludables o a adicciones como el tabaquismo o el alcoholismo o incluso, a padecer trastornos del sueño.

7. El desprecio  a uno mismo

En las personas más vulnerables pueden producirse sentimientos de culpabilidad ante la situación, que les llevan a desvalorizarse como profesionales y también, como personas. Llegados a este punto, las investigaciones alertan de que estas modificaciones de actitud desembocan en muchos casos en depresión y en los casos más graves, en pensamientos de muerte o suicidio. En este punto, cabe señalar, que el suicidio es tres veces mayor en personas desempleadas que en trabajadores en activo

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Dicho todo esto, desde Clinica Barrachina queremos apuntar que la incidencia de estos cambios puede ser mayor o menor, dependiendo de la actitud de la persona, de su fortaleza psicológica para sobrellevar la situación y por supuesto, de si tiene una baja o alta autoestima. No tener un trabajo es una situación difícil pero no tiene por qué ser traumática si nos lo proponemos. Cabe decir, también, que la actitud positiva y el apoyo de los familiares y amigos es tan determinante, como la propia del desempleado. Aunque, como siempre os recordamos, los profesionales médicos están ahí, cuando este tipo de situaciones nos sobrepasan, para ser ése estímulo que, a veces nos falta para superarlos.

Esperamos que esta información os haya sido útil, tengáis trabajo o no.

¡Ánimo y buenas tardes!

jueves, 31 de mayo de 2012

¿Has sentido alguna vez el síndrome del domingo?


No sabemos que tienen los domingos pero lo cierto es que para muchas personas, el último día de la semana les genera sentimientos negativos muy diversos. Pueden ir desde la tristeza o la melancolía hasta la apatía o incluso la ansiedad.

A este conjunto de estados de ánimo, algunos psicólogos lo han bautizado como el Síndrome del Domingo. Hoy en nuestro blog, vamos a contaros por qué se produce y cuál es la mejor forma de evitarlo.

El Síndrome del Domingo es más habitual que se produzca en otoño e invierno, ya que son las épocas del año más frías y en las que los días son más cortos. Dichas circunstancias invitan a quedarse en casa y este hecho desemboca en muchos casos en estados de ánimo melancólicos o tristes.

Ahora bien, ¿cuáles son los motivos que nos conducen a dichos estados de ánimo?

Muchas veces generamos muchas expectativas ante el fin de semana que se aproxima, bien sea porque estamos sobrecargados de trabajo o simplemente porque tenemos una semana complicada. Si las expectativas creadas no se cumplen, podemos acabar el domingo con una sensación de vacío y un sentimiento de culpabilidad, en el sentido de no haber aprovechado lo suficiente el fin de semana. 



Por otro lado, la libertad para hacer lo que queramos durante el domingo, sin horarios ni obligaciones, se puede convertir en un arma de doble filo. Esto es, al tener todo el poder para administrar nuestro tiempo, ello puede ocasionar que no sepamos muy bien que hacer con él y como consecuencia de ello, acabemos por no hacer nada. Ese “no hacer nada” suscita en muchas personas, tedio y apatía.

El Síndrome del Domingo viene dado, también, por la situación laboral a la que nos enfrentemos. Si sufrimos de mucho estrés en el trabajo, nos preocupamos en exceso o estamos pasando por un bache profesional, tendemos a caer en el efecto de anticipación, es decir, pensamos en todo el trabajo que tendremos que hacer el lunes, los problemas a los que nos tendremos que enfrentar…; en definitiva, acabamos pasando la tarde de nuestro día libre, pensando en el trabajo de mañana  y no disfrutando el hoy, el presente.

Como último motivo que puede desencadenar este tipo de síndrome, podemos citar, el tiempo que el domingo nos deja para pensar en nosotros mismos y en nuestras vidas. Digamos, que el domingo nos sitúa ante el espejo donde se reflejan nuestros temores y cuestionamientos que, durante la semana no emergen por las obligaciones, la rutina  y la falta de tiempo. Esto supone que, de no estar contentos con lo que “ese espejo nos muestra”, aparezcan pensamientos y sentimientos que nos entristecen. En el caso específico de las personas que están solas, éstas experimentan en este día, un total sentimiento de soledad.


La actitud positiva es lo mejor para ahuyentar a este Síndrome

Casi todo en la vida es una cuestión de actitud. Evitar caer en el Síndrome del Domingo no es una excepción y va a depender de forma decisiva, en cómo afrontemos este día

Porque aunque el domingo es de hecho, el día de descanso por excelencia, eso no significa que deba convertirse en un tedio. Démosle la vuelta a nuestros pensamientos negativos y transformémoslos en positivos. Por ejemplo, a la recurrente frase “A la mañana siguiente tengo que trabajar. ¡Menuda semana me espera”; podemos responder con el siguiente pensamiento: “Sí la semana va a ser dura, mejor aprovechar este bonito día para practicar mi hobbie favorito o disfrutar de mi familia.”

¿A qué es buena respuesta? Pues, os aseguramos que respuestas como éstas pueden ayudarnos a alejarnos de sentimientos de tristeza o ansiedad. Si lo pensáis bien, un simple cambio en nuestras actitudes marca la diferencia entre tener un maravilloso día por delante para disfrutar, descansar y sentirnos bien con nosotros mismos, y un día aburrido y marcado por la tristeza, la melancolía y los malos rollos. 

Pasear, leer un libro, jugar con nuestros hijos, practicar nuestro deporte favorito, ir al cine...; actividades como éstas, pueden ayudarnos a pasar un feliz domingo. Para muchas personas el sábado es un día alegre, divertido y luminoso, mientras confiesan que el domingo es un día que no les gusta porque lo ven como inútil y apático. En realidad, si lo analizamos, no tiene ningún sentido, ya que la mayoría de las actividades que realizamos los sábados, las podemos hacer también los domingos. 

A veces debemos obligarnos a nosotros mismos a salir a la calle, ir al cine, quedar con los amigos, etc., aunque en el momento no nos apetezca, se trata de vencer esa pereza inicial que nos crea la tarde del domingo, olvidar que mañana tenemos que volver al trabajo y disfrutar del momento como en el resto del fin de semana.

Y por último, desde Clínica Barrachina, también os invitamos a que reflexionéis sobre el bienestar físico y mental que muchas veces provoca el “no hacer nada”. Porque  también es bueno practicarlo de vez en cuando. Dejar la mente en blanco, dialogar con nosotros mismos y simplemente, disfrutar de la tranquilidad de un día contemplativo, es también un buen plan para desconectar del ajetreo y actividad frenética que nos exige nuestro día a día.

Como siempre os recordamos que el equilibrio entre cuerpo y mente es imprescindible para vivir una vida apacible. Si estamos en paz con nosotros mismos, ningún síndrome, semanal o de cualquier otro tipo, podrá lograr que dejemos de ver el lado positivo de nosotros y nuestras vidas. ¡Buen día y sed felices!