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martes, 10 de julio de 2012

Las redes sociales provocan ansiedad en sus usuarios

Un estudio elaborado por la Universidad de Salford, en Reino Unido, afirma que el uso de redes sociales como Facebook o Twitter contribuye a la ansiedad de muchos de sus usuarios. 

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¿Sociabilizan pero desequilibran?

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En los últimos años, la proliferación de este tipo de plataformas comunicativas ha ido en aumento, situándose como un puente de diálogo entre personas y también, entre empresas y sus consumidores. No hay duda de que presentan multitud de ventajas pero también inconvenientes. En este caso, nos ha sorprendido encontrarnos con un estudio que presenta a las redes sociales como nocivas para nuestra salud mental y equilibrio emocional.

En dicho estudio, entrevistaron a estudiantes de negocios de la propia Universidad para testar cómo las redes sociales influían en su comportamiento. La mitad de los encuestados (53%) confesó que dichas plataformas sociales habían contribuído a un cambio en sus modos de conducta. Lo preocupante de esa modificación, es que la mayor parte de los que manifestaron un cambio en su conducta, calificarán a éste como negativo para sus vidas.

 

La felicidad aparente de las redes sociales 

 

Facebook  como la red social más popular, pero también otras como Twitter o Hi5, tienden a mostrarnos la “cara amable” de la vida de los otros. Fotos, vídeos, comentarios, posts…;es decir, todo el contenido que aparece en las mismas, es positivo, feliz e idílico.

Precisamente, las conclusiones a las que llegaron los investigadores del estudio es que los usuarios de estas redes sociales, experimentan sentimientos negativos cuando revisan los perfiles de sus contactos. Lo que sostienen es que las personas tienden a ver su vida mucho peor de lo que es cuando observan la vida de los demás a través de estas plataformas. Esto, a la mayor parte de ellos, les provoca ansiedad, nerviosismo y sentimientos de envidia que van acompañados de pensamientos en los que califican su vida como miserable.

Como afirma el estudio, sobreestimar la felicidad de los demás no es algo nuevo pero puede que las redes sociales estén contribuyendo a empeorar aún más esta tendencia propia de la condición humana.

Nuestro consejo es que intentemos ver las cosas siempre con perspectiva. Las redes sociales son nuevos vehículos de comunicación, son vías utilizadas por las personas esencialmente para mostrar sus momentos de ocio y dichos momentos, comúnmente aportan felicidad y bienestar. Pero el hecho de que en ellas sólo hallemos momentos divertidos o felices, no exime a las personas que los exhiben, de tener problemas cotidianos, preocupaciones o momentos difíciles. Lo que queremos decir con ello, es que no mostrar estas situaciones, no quiere decir que éstas no existan o no se produzcan. Simplemente, están ocultas, no salen a la luz de esa vida pública exhibida en las redes sociales.

Uno mismo crea su propia vida y traza su camino. Desde Clínica Barrachina apoyamos las redes sociales porque son un buen vehículo para llegar a personas que necesitan de una ayuda profesional y personalizada. De todos modos, si el uso de las mismas te hace sentir triste o infeliz, deberías solicitar asesoramiento y acompañamiento psicológico, para solucionar un problema que está en ti mismo, no en ninguna plataforma digital de comunicación.

¡Sed felices y Feliz Día!

viernes, 8 de junio de 2012

“El momento” de ir al psicólogo


Seguro más de uno nos hemos hecho alguna vez la pregunta, ¿debería visitar a un psicólogo?; No sin antes, tener una reacción de miedo e incertidumbre por tal interrogación, puesto que seguimos identificando esto erróneamente como un desequilibrio mental. Nada más lejos de eso, pues,  sólo se trata de consultar a un profesional para la resolución de un problema, ya que nosotros nos sentimos incapaces de afrontarlo.

En el post de hoy, vamos a arrojar un poco de luz sobre este tema, indicándoos cuando es el mejor momento para hacerle una visita a un profesional de la psicología.

En primer lugar, nadie puede tomar esa decisión por ti. Con esto queremos decir, que es la propia persona afectada la que tiene que dar el primer paso. Ni sugerencias ni consejos de terceros, por muy expertos en la materia que parezcan. Quién debe “dar el primer paso” en este caso, siempre es eres tú.

Ahora bien, ¿ cuándo puede saber la persona en cuestión, que necesita una consulta psicológica?

Antes de nada, la persona debe padecer sufrimiento en su día a día. Un sufrimiento tal, que le lleve a interrogarse constantemente, a establecer un diálogo interno consigo mismo, cargado de pensamientos negativos. Atentos, porque el siguiente listado de preguntas, puede disparar de inmediato, la necesidad de una visita al psicólogo así como el inicio de un tratamiento: 

 
* ¿Por qué siempre me pasa lo mismo?
* ¿Por qué siempre tropiezo con la misma piedra?
* ¿Por qué aún sabiendo cómo termina una vez más me sucede lo mismo?
* No puedo seguir así con esta angustia, ¿hasta cuándo voy a tolerar este sufrimiento?
* ¿Podrá un análisis ayudarme a que esto cese?
* ¿Tendré yo algo que ver en esto de lo que me quejo?

Pese a que son cuestiones que todos en alguna ocasión nos habremos hecho, lo que debe ponernos alerta es si éstas se repiten de forma constante, desencadenando una actitud que nos bloquea, que inunda nuestra vida de sensaciones desagradables, impidiéndonos gozar de sus aspectos positivos o placenteros.

Podemos enumerar, también, las sensaciones que caracterizan la actitud bloqueadora:

1.   Tristeza, apatía y falta de ilusión que llega a agobiarnos y nos lleva, incluso a pensar que nuestras vidas carecen de sentido.

2.   El negro tiñe frecuentemente nuestros pensamientos y nos vemos incapaces de encontrar algo positivo en nuestras vivencias cotidianas.

3.   Todo a nuestro alrededor lo percibimos amenazante y nos sentimos solos, incomprendidos o desatendidos.

4.   Pensamos que la desgracia se ha cebado en nosotros y comenzamos a asumir que todo nos sale mal y que las cosas no van a cambiar.

5.   Estamos atenazados por miedos que nos impiden salir a la calle, relacionarnos con otras personas, permanecer en un sitio cerrado, hablar en público, viajar, etc.. Es decir, cuando el temor o la inseguridad nos impiden desarrollar nuestras habilidades y disfrutar de personas, animales y cosas que nos rodean.

6.   La obsesión por padecer graves enfermedades o contagiarnos de ellas nos lleva a conductas extrañas y repetitivas, de las que no podemos prescindir sin que su ausencia nos genere ansiedad.

7.   Cualquier situación hace que perdamos el control y respondamos con agresividad o con un llanto inconsolable.

8.   Tenemos adicciones como juego, alcohol, tabaco u otras drogas, como vía de escape a estos sentimientos y pensamientos negativos.

9.   El estrés empieza a mostrarse a través de sus síntomas psicosomáticos: insomnio, problemas digestivos, cardiovasculares, sexuales...

10.           La ansiedad es una constante diaria, que impide la estabilidad y serenidad necesarias para mantener un pensamiento positivo, una conducta tranquila y el goce de los pequeños placeres cotidianos.

11.          Los silencios, los desplantes o los gritos sustituyen al diálogo, y los problemas de comunicación enturbian nuestra relación con los demás.

12.           Las dificultades sexuales afloran y vivimos la angustia que causan la impotencia, la falta de deseo o de sensaciones eróticas y, sobre todo, la imposibilidad de gozo y comunicación con nuestra pareja.


Como podéis comprobar, esta actitud desencadena sensaciones que de una forma directa nos conducen a comportamientos que enturbian nuestra vida. Algunas conductas son tan complejas, que no hay que avergonzarse si somos incapaces de contenerlas. No somos “superhéroes”. Es cierto que tendemos a creer que somos autosuficientes, le restamos importancia, con el autoconvencimiento de que superaremos por nosotros mismos esta situación, que “tan sólo es una mala racha”. Puede que lo sea, en muchos casos, sólo bastará con dejar pasar el tiempo. Pero cuando el tiempo pasa y los sentimientos, pensamientos o conductas de índole negativa no cesan, es inútil “hacernos los fuertes”, necesitamos ayuda. 


La actitud responsable es precisamente esa, actuar, poner remedio. Porque pedir es tan necesario como dar. No seremos ni peores personas ni menos dueñas de nuestras vidas. La autonomía no debe confundirse con eso. Porque, en estos casos, no somos realmente autónomos, sino que nos dejamos conducir por una corriente de negatividad que nos lleva a una forma de vivir infelizmente. O mejor dicho, a una manera de no vivir, porque ésta es sinónimo de desequilibrio e insatisfacción, un estado en el que nadie se siente cómodo para seguir viviendo.

La visita a un psicólogo es la visita a un experto en salud mental que actúa como asesor para ayudarnos a que, por nosotros mismos, recuperemos el equilibrio en nuestras vidas, el experto en salud que nos acompañará en la recuperación de la seguridad y estabilidad,
No confundamos la autonomía a la hora de gestionar nuestras vidas con la negativa a solicitar la ayuda de otras personas para conducir esas acciones a buen puerto. Un psicólogo puede propiciar un mejor discernimiento en la búsqueda de soluciones y potenciará nuestra autoestima, pues la baja autoestima se esconde, habitualmente, en nuestra incapacidad de afrontar las dificultades y obstáculos que se cruzan en nuestro camino.

Si finalmente decides realizar una consulta, en Clinica Barrachina te ofreceremos una ayuda clínica profesional, con un acompañamiento, serio y confidencial, hasta la completa resolución de tu problema. De paso, instamos a recordad que ir al psicólogo para intentar solucionar un problema, no significa que ya siempre debas acudir a su consulta, ni que estés "loco/a". Éstos son dos tabúes muy implantados que carecen completamente de fundamento.

¡Sed felices y buen fin de semana!